Según Michael Porter el principal instrumento del análisis estratégico es la caracterización de la cadena de valor. Esta identifica las actividades, las funciones y los procesos de negocios separados, los cuales se llevan a cabo a la hora de diseñar, producir, comercializar y respaldar un producto o servicio.
En una Industria, la cadena de las actividades generadoras de valor que se requieren para suministrar un producto o servicio empieza con el suministro de materia prima y continúa a lo largo de la producción de partes y componentes, la fabricación y el ensamble, la distribución al mayoreo, y la venta al menudeo hasta que ese producto o servicio llega al usuario final.
El concepto de la cadena de valor
implica que una empresa impacta de manera importante al comprador no solo a
través de su producto o servicio, sino también a través de actividades como el
sistema logístico, el sistema de entradas de pedidos, la fuerza de ventas y el
servicio. Aun las actividades de la empresa que representan una pequeña
fracción del costo total pueden tener un importante impacto sobre la
diferenciación.
Algunas veces el comprador tiene un contacto individual con las
actividades de valor de la empresa, mientras que en otros casos el comprador
sólo observa el resultado de un grupo de actividades (ejemplo, la última
entrega a tiempo o con retraso). Así el valor que la empresa crea para su
comprador queda determinado por el conjunto completo de eslabones entre la
cadena de valor de la empresa y la cadena de valor de su comprador.
Todo lo anterior conduce a la necesidad de definir de forma correcta la propuesta de valor, en particular de aquellos elementos que constituyen los diferenciales que hacen al producto o servicio singular y diferente a las marcas competidoras.
De esta forma se facilita la toma de decisiones, la ejecución y control necesarios que permita crear y entregar los valores esperados por el mercado; lo que producirá en el corto plazo clientes satisfechos y el mediano y largo plazo clientes leales.
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